Después de Paco de la Barreda, ahora enfrascado en un mar de querellas con el periodista tinerfeño Andrés Chaves, vinieron a hacerse cargo del negocio Lorenzo Suárez y Pedro Galván, que lo intentaron mientras pudieron, pero que tropezaron con la incomprensión y la falta de apoyo de la central del PP. Desde allí prefirieron dejar morir el invento a la espera de novedades en el cambio de la dirección regional. A Galván y Suárez les sucedió el senador Juan García Talavera, al que no dieron tiempo siquiera de organizar el tinglado y al que faltaban ciertos impulsos, sobre todo los particulares de él mismo. A Talavera lo sustituyó el temporal Guigou, y decimos temporal por lo que duró y por lo que arrastró consigo. Recordarán a Guigou montando un pollo aquí y un gallinero allá, para terminar retirándose de la política en medio de un montón de acusaciones que se iban intercambiando entre él, sus compañeros del Gobierno de Canarias (no se olviden de que el PP manda en Canarias, señoras y señores) y el mundo mundial. A su vera, la de Guigou, aparecía siempre en la foto una señora atractiva, morena y seria que respondía al nombre de Cristina Tavío. Ella, siempre a la sombra política de Fernando Fernández, ha sido la llamada a ser la presidenta del PP tinerfeño. Bueno, ella y algunos más que intentan reflotar la cosa con mucho afán. Es el caso de Benito Codina, el hombre encargado del análisis y las encuestas electorales, inventor en su momento del non nato proyecto de introducir la Loto Canaria, que no era precisamente una especie vegetal en peligro de extinción, sino un peligro en vías de implantarse con la complicidad de personajes del juego catalán y otros de mejor y peor vivir. Seguimos.