Parecen muy lejanos -pero les aseguramos que fue anteayer- aquellos tiempos en que sólo era este periódico el que adoptaba una postura crítica contra el todavía vicepresidente de la Cámara de Comercio de Las Palmas. Lo fuimos desde que detectamos cuál era su modus operandi, básicamente consistente en crear un enorme entramado de asociaciones y federaciones empresariales a las que se les otorgaban las correspondientes y, por supuesto, extrañas subvenciones públicas (gracias, Lorenzo; gracias, Román; gracias, Adán...) para alimentar a un organizado ejército que operaba de modo coordinado cuando llegaban los procesos electorales en la Cámara de Comercio y en la Confederación de Empresarios. Ningún empresario tenía tiempo para esos afanes, por eso el Zorro se convirtió en una pieza muy codiciada, pero vivito y coleando, haciendo de coordinador, arreglando entuertos y, cómo no, pidiendo su parte del botín en forma de posición privilegiada. Y venga más subvenciones, y venga más asociaciones...