Hace unos días, en un programa de la Barrilete Broadcasting Radio, y en exclusiva mundial, Paco Batllori se despachaba a gusto tras su puesta en libertad. Además de un par de “me cago en la madre que los parió” que lanzó sin rumbo preciso, el ex consejero de Empleo y ex viceconsejero de Justicia proclamó su inocencia plena, acusó a la prensa de haberlo linchado y se quejó amargamente del estado deplorable de los calabozos del cuartel de la Guardia Civil de Teguise, donde “hasta había mocos pegados en las paredes”, enfatizó. Pero, a lo que íbamos, en el minuto 21 de su entrevista, Batllori afirmó con rotundidad que había sido “asesor de la viceconsejera de Justicia hasta hace dos meses o tres meses [después de lo cual] me han destinado a una plaza en la Dirección General del Libro”. Ante la insistencia del presentador, Batllori insistió en que era asesor de Carolina Déniz, la viceconsejera, actuando “como puente entre la Viceconsejería y la Cámara de Comercio” para asuntos de arbitraje y para la preparación de “convenios con Cabo Verde y Cuba”. Ni una palabra dijo de las razones oficiales esgrimidas en el comunicado del Gobierno: “Desempeñó funciones de técnico, vinculadas a la puesta en marcha del Centro Atlántico Judicial, en el que participan además del Gobierno de Canarias el Consejo General del Poder Judicial”.