El esperpento que representa cada día el PSOE de Tenerife no tiene parangón en otras organizaciones políticas. Su velado apoyo a los rebeldes de Tacoronte, negado de manera oficial, se evidenció el viernes por la tarde, siete horas después de que Julio Cruz, el secretario regional de Organización, anunciara al mundo que ya se había procedido a gestionar desde Ferraz la expulsión de los cinco concejales firmantes de la censura contra el alcalde de Tacoronte. Desde la dirección insular se convocó al equipo municipal socialista a una reunión en la sede de Santa Cruz con el teórico propósito de analizar la situación y hacerles desistir de su actitud. Curiosamente a la reunión asistieron solamente los cinco censurantes y no así el único concejal que se ha mantenido dentro de la disciplina del partido, Carlos Medina, que no ha sido expulsado. No se pueden cometer más despropósitos y caer en la indisciplina y en el absurdo de manera más grotesca: ¿qué hace un partido político convocando a una reunión oficial a cinco militantes que acaban de ser expulsados? ¿Por qué el único ausente a esa reunión es el único concejal que forma parte desde el viernes del grupo municipal socialista de Tacoronte? Las explicaciones ofrecidas por la dirección insular no arreglan la cosa, más bien la empeoran: “Es que nosotros llamamos a Rodolfo León [líder de los rebeldes y futuro alcalde] y él no convocó a Carlos Medina”. Ah, estupendo, ¿y por qué no lo convocó?, preguntaron a la inteligencia socialista tinerfeña, “pues porque ellos ya no lo consideran miembro del Partido Socialista”, seguramente por no haberse sometido a la disciplina de los rebeldes. Imposible un episodio más grotesco, a la par que revelador.