La verdad es que, pese a quien pese, Eva Navarro es de la escuela de Pepa Luzardo, que aguantó y aguantó en la fría soledad de la oposición mientras sus compañeros se cambiaban de chaqueta. La señora Navarro fue expulsada del poder por el alcalde Marcos Brito, que ejecutaba de ese modo un encargo de la todopoderosa patronal hotelera Ashotel, del todavía más poderoso Pedro Luis Cobiella, por un quítame allá esa subvención. O mejor, dámela. Meses después, el jefe del PP en la localidad, Luis Gómez, levantó el campamento y se pasó enterito él a Coalición Canaria, que enseguida le regaló la Concejalía de Urbanismo. Sola en la oposición junto a su compañero Pedro González, no han cesado los desencuentros, y hasta han votado distinto en más de una ocasión. Se ríen de ella, la acusan de vedette y de todos los males del Ayuntamiento. Y eso que la Navarro se deja querer pues llegó a apoyar la privatización de la empresa pública Pamarsa, pese a que desoyeron olímpicamente su recomendación de ponerla en venta por unidades separadas y no en bloque. O sea, que agradecimiento cero y tiro porque me toca. ?Pa? que vuelvas?, como dicen en La Ranilla.