No consta que Paulino Rivero utilice, como Aznar, una libreta azul en la que escriba sus meditaciones y sus planes gubernamentales. Los debe tener todos en la cabeza y los comenta con muy pocas personas. Es político de ideas fijas y hasta sus más íntimos allegados lo consideran tozudo y difícil de someter cuando tiene una decisión tomada. Con ese marco temperamental resulta arriesgado atreverse a pronosticar el alcance que va a tener la crisis de Gobierno que casi todo el arco parlamentario da por inminente. Desbrozando las quinielas hay dos nombres que se repiten constantemente, los de las consejeras de Cultura, Deportes y Políticas Sociales y de Sanidad, Inés Rojas y Brígida Mendoza, respectivamente. Suenan por motivos muy distintos. Aunque a Inés Rojas caben atribuirsele sonados fracasos, sobre todo en materia social, puede ser utilizada como instrumento de pacificación en Lanzarote, donde un sector cada vez más amplio de Coalición Canaria pide su relevo para reconducir su postura hacia unas tesis más cercanas a la confirmación de Rivero como candidato a presidente en 2015. Es un clásico en la política utilizar el Boletín Oficial y la potestad presidencial de nombrar o destituir a altos cargos para acotar daños colaterales, sofocar incendios o generar un cataclismo. Rivero no es ajeno a esas mañas. La hipotética destitución de Brígida Mendoza tiene motivos más puramente de gestión. La consejera de Sanidad puede considerarse la parte más endeble del actual Gobierno y su acreditada falta de cintura política la pueden haber hecho acreedora de uno de los boletos de esa crisis. La gestión que lideró en crisis como el nuevo hospital del sur de Tenerife, el servicio de cirugía cardiaca pediátrica en el Materno o los aceleradores lineales del Doctor Negrín la han puesto a prueba con resultados poco satisfactorios. Por la parte socialista del invento nada parece tener intención de moverse, lo que desde luego confirma la máxima de que el socio minoritario sufre menos el desgaste propio de la acción de gobierno. Las dianas más recurrentes de la oposición popular, Paquita Luengo por el PSOE, y Willy García, nombrado por CC y por el PP en la pasada legislatura, parecen de momento inamovibles. Si hay crisis de gobierno será para el consumo interno de CC.