El hermetismo que quisieron aplicar los empresarios a su reunión resultó tan penoso como sus últimos episodios públicos. Pero allá ellos con su política informativa. El caso es que la conjura de silencio no funcionó y todos nos enteramos de que el intento de echar a Grisaleña acabó con dos dimisiones sobre la mesa, la de Germán Suárez y la de Mario Rodríguez, los portadores de la guillotina. Bien es cierto que todo ha quedado aplazado a septiembre u octubre a la espera de que soplen mejores vientos. Pero hasta los periodistas se pusieron nerviosos este martes, no sólo por la ceremonia de la confusión generada desde la CCE, sino porque hasta ha habido instrucciones de alguna superioridad ordenando una vuelta a la redonda, y este dedo que se esconda, con Mario Rodríguez. Y la armaron hasta en la web. Si es que no cambian.