El alcalde de San Bartolomé de Tirajana, Marco Aurelio Pérez, ha sido el primero en dar el paso en Canarias, y ya les adelantamos que no será el último. Parece razonable su planteamiento de subir los impuestos: si a un Ayuntamiento turístico le aplican la moratoria, con el consiguiente descenso de recaudación por tasas, algo ha de hacer para seguir prestando sus servicios. Si no les dan otra alternativa y les critican ésta, habría que preguntarse qué hacían estos ayuntamientos antes con los dineros o cómo van a trampear ahora. Y los que primero se han quejado han sido los empresarios, los que tienen guardado un billón en RIC, y algunos a lo mejor quieren invertir en África. Paralalemente nos enteramos de que el Ayuntamiento de Arucas mendiga para, asómbrense, reponer las vidrieras de su maravilloso templo. Esto, lo otro y lo que nos queda por saber en poco tiempo, revela que tenemos una grave asignatura pendiente, no tener garantizada la autonomía económica, la suficiencia de la Administración local. Traerá cola, más que la de el traje de la novia.