Mientras llegan las explicaciones más concretas que eviten que sospechemos electoralismo, pasamos a hablarles del cuarto plan de vivienda que ya está circulando por todas las televisiones del archipiélago en un bucólico y pastoril spot en el que aparece una pareja ideal de la muerte galáctica afanándose por hacerse con una casa de promoción pública. Por no hablarles de las cuñas de radio, que podrían calificarse de graciosas si no fuera porque el asunto no da para mucha coña. No nos negarán, no obstante, que no tiene sarcasmo que se esté anunciando que se pueden solicitar estas viviendas con la lista de espera que hay y las desesperanzas que eso conlleva cada año. Pero, además, lo malo de la campaña publicitaria del cuarto plan de vivienda es que éste, el plan, no existe, no está en este mundo, porque sencillamente no ha sido aprobado todavía por el Parlamento de Canarias. ¿Que qué es el Parlamento?, preguntarán en Vivienda. Pues, hombre, un sitio donde está representada la soberanía popular y esas personas a las que desde ese departamento se dirige, a través de la tele, para decirles que lo hacen tan bien que todavía hay miles de familias canarias buscando una casa digna. Por cierto, y por enlazar con el suelto anterior, la campaña puede estar costando al Gobierno más de 125.000 euros. Es decir, suficiente para regalar tres de esas viviendas que ahora ofertan a los adjudicatarios más pobres. Puestos a demagogos...