Pero tras esa carita de niño bueno que pone Arnáiz cuando se lanza en busca del consenso se esconde un personaje de aviesas intenciones. No se vayan a creer. Quiere estar a bien con los socialistas pero ha advertido a quien le quiera oír que no va a permitir ninguna deslealtad, es decir, que se le adelante alguien de su equipo pasando información privilegiada al PSOE o a los consejeros del Estado. A tal fin, una empresa muy del régimen y muy portuaria ella, ya ha puesto en marcha un costoso y sofisticado mecanismo para escuchar las llamadas efectuadas por teléfonos móviles del organismo. No sabemos si la Delegación del Gobierno y la Policía conocen estas prácticas, de las que emitimos el correspondiente aviso a navegantes no vaya a ser que alguien sea sorprendido en su buena fe y se entere media ciudad de cosas demasiado privadas.