No vamos a dar los nombres de los comensales, más que nada para que nadie les mande aplicar la ley de fugas, recuperada del baúl de los recuerdos por el nuevo orden patriotico reformista. Pero sí les podemos dar, pizco más, pizco menos, el rango político de los participantes en el encuentro. Había algún consejero de Cabildo, algún que otro responsable sectorial orgánico y más gente que se sienta en algún órgano de decisión del Partido Popular en Las Palmas. El dicho encuentro fue en el restaurante Las Grutas de Artiles, en Santa Brígida, y el tema central de la conversación fue, cómo no, el estado de opinión de los cuarteles. Estos cuarteles son los del PP, naturalmente, y el estado de opinión es el que les hemos venido acercando con frecuencia últimamente: se acaba la lealtad inquebrantable al líder y empiezan las fisuras. Critican de Soria la soberbia y los tics autoritarios, y de sus mariachis, la falta de oxígeno que sufre la organización, que cuenta con personas válidas a las que se les ningunea y se les somete a la demonización a poco que destaquen. De momento se reúnen en Las Grutas, lo que tiene ciertas concomitancias de clandestinidad, de catacumbas, pero pronto empezarán a aflorar por todas partes.