No tuvo este miércoles su día más afortunado el presidente de Coalición Canaria, Paulino Rivero, que se ha estrenado en el caso eólico cual elefante entrando en cacharrería. Consciente de que la escandalera no ha hecho más que empezar y que las consecuencias políticas pueden dirigirse hacia oriente o hacia occidente en función de la capacidad que tengan los socialistas para administrar bien esta crisis, ha salido en defensa de Soria. Y no es que de repente CC haya recuperado el fervor por el presidente del Cabildo grancanario, al que sus líderes ponen a caer de un burro siempre que se tercia, es que tienen un miedo electrizante a que Soria se ponga flamenco y todo termine también en el despacho del presidente del Gobierno. No hay que olvidar que a los consejeros los nombra, como es menester, el presidente, y es éste quien los destituye cuando lo considera oportuno. No vamos a recordar ahora cuánto tardó Adán Martín en considerar oportuno sacudirse de encima el yugo (y también las flechas) del socio popular, porque tendríamos que volver a hablarles de nuevo de Arnáiz y estamos por hacer propósito de enmienda, al menos de aquí al lunes.