No nos referimos al PSC sector regional, sumido aún en el deshojar de la margarita (me quiere, no me quiere, oposito o soy oposición). No. Nos referimos al PSC grancanario, desde siempre más proclive a continuar en la oposición hasta que los electores les coloquen en las instituciones, pero muy dado al ensimismamiento y a la tibieza. Andan despistados, desnortados, flojos, quizá creyendo que sólo Zapatero será capaz de sacarlos del marasmo y el despiste colosal en que andan metidos. Hasta que alguien llegó y movió el árbol, alguien que debió decirles que las oportunidades se presentan calvas y que el PSC es un partido combativo, no una rondalla de pulso y púa. Desde Madrid miran atónitos a sus correligionarios canarios y, en asuntos como el del istmo, se preguntan a qué esperan para hacer lo único que se puede hacer.