La carta del Niño Bravo está primorosamente redactada sin abandonar nunca el tono oficial que ha de inspirar este tipo de epístolas. De entrada remite a los destinatarios a un acuerdo plenario de 2001, cuando todos los grupos políticos satauteños aprobaron una modificación de las Normas Subsidiarias que propiciaba la construcción del mamotreto. Pero ese acuerdo plenario fue suspendido por los tribunales y por eso el alcalde anuncia a sus contestatarios vecinos que se ha puesto manos a la obra para adaptar la nueva realidad (el mamotreto está ahí) a la legalidad vigente (a ver si ahora hay suerte). El Niño Bravo recalca que, además de centro comercial, allí habrá plaza pública y aparcamiento, lo que es de agradecer en estos tiempos que corren en que nadie inaugura un puñetero pantano.