La sombra de Soria es alargada. O las órdenes, vaya usted a saber. El PP canario ha tratado de escenificar esta semana en el Parlamento regional cómo va a ser de agreste su oposición al Gobierno de Paulino Rivero y de José Miguel Pérez una vez crecida la euforia hasta el punto de nieve por los exitosos resultados electorales del 20N. El primer pleno tras las Generales se ha saldado con dos espectaculares salidas de pata de banco institucional del partido que preside José Manuel Soria, un ministrable que divide sus esfuerzos entre colocarse a tiro ojo de águila de Rajoy y levantar por los aires el pacto entre Coalición Canaria y el PSOE para que toda España se tiña de azul, con su camisita y su canesú, oye. Primero fue el martes ese irrefrenable verseador que es Miguel Cabrera Pérez-Camacho, quien a modo de hombre del tiempo, pronosticó la inminente dimisión de Paulino Rivero, a quien pidió que se marche “sin prisa pero sin pausa”. Ya son dos personajes públicos, que sepamos, que piden esa huida del presidente regional, Miguel Cabrera y don Pepito, sólo que el editor de El Día reclama que sea una salida traumática, humillante, en plan exilio, y sin volver la vista atrás ni para decir adiós. La segunda cantada la protagonizaron los 21 diputados del PP, que este martes abandonaron el salón de plenos en el momento en que se iba a votar la designación de Jerónimo Saavedra como Diputado del Común. Dicen que protestaban por no se sabe muy bien que desprecio institucional de los demás grupos parlamentarios. El PP en plan talibán, qué cosas.