Coalición Canaria parece noqueada en Gran Canaria, incapaz de tomar la iniciativa e impedir que el Partido Popular, el socio al que se entregó sin pactar la dote la misma noche electoral del 22-M, imponga el peso de la doctrina Bravo, aquella según la cual todo vale con tal de preservar el machito. Este viernes ha correspondido el turno a la villa de Moya, gobernada por el simpático Hipólito Suárez, que ha tirado de decreto para mandar a los dos concejales de CC con los que compartía gobierno a la lúgrube y fría oposición alegando ruido de sables, es decir, rumores insistentes de moción de censura. Resulta llamativo ver a Poli Suárez ejecutar con mano firme las órdenes de la superioridad después de haber sido de los pocos que en su día no se escondió para criticar abiertamente la maniobra del presidente del Cabildo, José Miguel Bravo de Laguna, de apoyarse en un tránsfruga para levantar por los aires el pacto que sostenía con CC. Pero la necesidad apremia, y la consigna en el PP es amarrar el poder al precio que sea, comprobado como tiene ese partido que los ciudadanos no castigan ni su corrupción ni sus excesos democráticos, por llamarlos de alguna manera. Los dos concejales de CC han sido sustituidos por los que en mismo número tiene el histórico ex alcalde de la localidad, Isidro Galván, que resulta ser, miren qué cosas, la pata moyera de Nueva Canarias.