Va a resultar que don Pepito no las tiene todas consigo. O que ha cambiado de abogados. O que los abogados que hasta ahora le asesoraban tan mal han visto la luz y han decidido convencerle de que por el camino de la chulería y la bravuconada mal le iban a ir las cosas al ilustre editorialista en los tribunales de justicia. Su incontinencia verbal y su errónea creencia de que sus artículos editoriales quitan o ponen presidentes, hunden o ensalzan personalidades, don Pepito no ha podido ocultar cuál va a ser su estrategia de defensa en el caso de los papeles de México, esos que se empeñó en dar por buenos para acusar al presidente Rivero de tener oscuros negocios en Latinoamérica. Va a decir que la rectificación del presidente, de su hermana y de una tercera persona a la que el editor metió en el lío llegó tarde a la redacción. “Un par de horas antes del cierre del periódico, estando ya en máquinas la edición de ese día, llegó una persona, un mensajero, con un escrito de advertencia sin validez oficial para que no se publicara la noticia que había aparecido tiempo atrás en ese periódico de tirada nacional y en una página web. Eso sucedió un sábado por la noche y la persona portadora de la nota nos dijo que el lunes por la mañana recibiríamos el burofax oficial”. Vamos a echar una manita a los abogados de don José para que no se hagan un lío el día que tengan que defenderse en sede judicial por no haber publicado la rectificación instada por el presidente del Gobierno.