Estaba agresivo el ilustre editorialista independentista el lunes por la tarde, cuando dictó a sus fieles escribanos el editorial que este martes publicó a todo trapo el periódico El Día. No había acabado don Pepito de digerir el cachetón moral y empresarial que le había llegado en forma de dramáticas noticias sobre el concurso de asignación de frecuencias de radio, cuya mesa de contratación había hecho pública desde por la mañana su primera propuesta de adjudicatarios, entre los que no se encuentra Radio El Día. El cabreo del editor era de tal calibre que ordenó a sus amanuenses la máxima dureza, el tono más elevado de confrontación con el Gobierno de Paulino Rivero. Desde la primera línea hasta la última, el editorial rezumaba amenazas constantes, veladas unas veces, directas al totiso las más. Que si negocios en Puebla, México, que si sentencias judiciales escabrosas, que si “revelaciones insólitas e inauditas”, que si lo que hemos callado para no dañar... El editorialista se permite incluso amenazar al presidente del Gobierno con destrozarlo si no da marcha atrás en el concurso de asignación de frecuencias de radio: “El Día pudo haber destrozado tanto al señor Rivero como a su partido, y todavía puede hacerlo”, escribe sin ambages. Todo porque “unos desalmados han entregado la mayoría de las emisoras netamente canarias a empresas peninsulares, con residencia en España, y a Las Palmas con la intención, entre otras, de cumplir la exigencia del PSOE canario y narcotizar más al pueblo que viva aún más sometido. Es decir, robándonos la libertad”. Toma ya.