Tampoco ha habido mucha novedad en la pradera independentista, esa en la que trotan en sin par y anacrónica comunión el director-editor de El Día, José Rodríguez Ramírez, y el presidente del Centro Canario de Nacho, Nacho González. El editorialista parece no haberse tomado vacaciones, y ha dedicado agosto a seguirse metiendo con el presidente del Gobierno de Canarias, Paulino Rivero, y con algún que otro periodista de la competencia, esos malcriados que se atreven a llamarlo, por ejemplo, racista. Porque al racismo regresó don Pepito este domingo en su ya clásica y pelín cansina pastoral independentista. Durante la semana dedicó varios editoriales a comentar su reunión al más alto nivel con un funcionario del Ministerio de Asuntos Exteriores de Santo Tomé y Príncipe, casi con la misma pasión con la que Pedrojota Ramírez presumió ante su parroquia de su encuentro en un impresionante yate con el magnate Rupert Murdoch (Dios los cría y ellos se juntan). Pero este domingo Don Pepito tocó el cielo al proclamar que quiere que seamos independientes como esa ex colonia portuguesa, que “es una nación libre y digna aunque esté habitada por gente de color”. De color negro, para entendernos, lo que sin duda es más que un milagro a ojos de este ilustre independentista canario. Por supuesto, blanco.