Santiago Pérez no parece estar dispuesto a rendirse a pesar de la gran cantidad de personas de su entorno político y personal que le han aconsejado buscar una salida más o menos honrosa ante la situación planteada. Es evidente que ya ha entrado en una posición de no retorno, con los avales reunidos, con la militancia activada en uno u otro sentido, y con la mitad de la población mirando a ver qué pasa. Se queja constantemente de las trabas que le pone el aparato, y hasta ha llegado a sospechar que esa ingente cantidad de avales recabados por el equipo del secretario general sólo tienen por finalidad anular los suyos por duplicidad. Es absolutamente infundado, sin embargo, afirmar que José Miguel Pérez no quiere primarias, particularmente porque pudo haberlas evitado tirando de reglamento (como ocurrió en 2007 con López Aguilar), pero sí es cierto que anda muy dolido con los métodos y palabros gruesos de su compañero y sin embargo adversario. En cualquier caso ambos pueden estar satisfechos de haber conseguido dos cosas, no sabemos si voluntaria o involuntariamente: activar a la militancia socialista, más tiempo aletargada que en posición de ataque, y que los medios de comunicación en general hablen del PSC, habitualmente relegado a posiciones y espacios residuales en las páginas de información política.