No puede ser posible que el Gobierno haya podido sacar un concurso público para adjudicar la impresión de 50.000 ejemplares del libro Conocer Canarias, que se intentó distribuir el pasado 30 de mayo junto a los seis periódicos de pago que se editan en el Archipiélago al módico precio de un euro adicional. Y no pudo ser porque el convenio entre el Gobierno y las dos Cajas canarias para editarlo se firmó exactamente seis días antes, es decir, el 24 de mayo, como recogen todas las crónicas. Y así fue, muchísimas personas se vieron sin su ejemplar, lo que pudo haberse evitado si el Gobierno hubiera repartido la impresión entre varias imprentas del Archipiélago aplicando el exquisito equilibrio y la tricontinentalidad (¿o esto era otra cosa?). Insistimos, los impresores están que trinan y no hay nadie que les dé una explicación razonable.