Cuando se retire de su abigarrada actividad jurídica, Eligio Hernández debería montar una empresa de diseño de jardinería. Porque de un tiempo a esta parte hemos presenciado en demasiadas ocasiones a este Pollo del Pinar meterse torpemente en los setos más tupidos, en laberínticos jardines de los que siempre trata de escapar defendiendo a lo más rancio de la derecha canaria, acusando a algún juez de ser estrella o justiciero, a algún periodista de tocar las narices más de lo canónicamente aceptable, a policías excederse en sus funciones ante la esposa de un general, o a dirigentes de su propio partido de actuar con demasiado rigor con la derecha, de la que es un admirable submarino dentro del PSOE. De momento ignoramos contra quién cargará en esta ocasión en la que se encuentra con una fiscalía recurriendo las resoluciones de su defendida y con una Guardia Civil, un perito y una secretaria judicial que no quieren cargar con el mochuelo. Pero vayan haciéndose una idea del tratado de Derecho Penal con el que nos amenaza el ilustre herreño, que dice que un auto de entrada y registro es comparable con el de un pinchazo telefónico: “En principio se graba la conversación y luego la autoridad judicial elimina aquellas partes irrelevantes”. No sirve el ejemplo porque en una intervención telefónica el aparato le sigue funcionando al intervenido, que es la clave de la cosa. Y a las tres emisoras de radio, la juez le quitó todo, hasta las ganas de trabajar en Telde. Menos mal que, de momento, no ha acusado al alcalde de Telde de denuncia temeraria rayana en el fraude procesal.