Un año exacto después de este debate parlamentario, que le recomendamos que se lean entero porque después entra en acción el mismísimo Soria, conocemos gracias al Tribunal Supremo que el vicepresidente del Gobierno canario pudo haber cometido cohecho, que tenía toda la razón del mundo Santiago Pérez cuando afirmó que la magistrada actuó más guiada por sus propias convenciones sociales que por los criterios legales aplicables a una instrucción y que hizo muy mal el Ministerio Fiscal en no recurrir aquel archivo ante el alto tribunal español. Nos referimos al resultado provisional de la instrucción abierta a Francisco Camps en Valencia en relación con la aceptación de unos trajes por parte de la trama Gürtel. El Supremo aprecia cohecho (soborno) impropio, lo que obliga a la Sala del TSJ valenciano a tragarse sus propias argumentaciones sobre ese delito del 426 del Código Penal, y sus consideraciones acerca de lo bien que lo hizo su homólogo de Canarias archivando el salmón. Un año después apreciamos, cómo no, lo apasionante que puede ser un Diario de Sesiones. Pero nos falta por saber, quién fue el portento que escribió a Paulino aquella intervención. Probablemente el mismo que, desde que se presentó la denuncia contra Soria, escuchó, llamando al Palacio de Justicia, que aquello era carne de archivo.