El blog de Carlos Sosa, director de Canarias Ahora
Más estropicios para los 'conspiranoicos' del caso Unión
Se desmorona día tras día, en lo que llega el señalamiento del juicio para la causa principal, la teoría de la conspiración que a lo largo de estos últimos meses han agitado con más torpeza que acierto varios periodistas de Lanzarote y de Gran Canaria para tratar de echar por tierra la pieza principal del caso Unión. Ya saben, con la siempre generosa financiación del principal encartado, Luis Lleó, y del todopoderoso empresario Juan Francisco Rosa, el grupo Lancelot y el periodista grancanario Francisco Chavanel han emprendido una cruzada absurda en la que han mezclado los indiscutibles errores de un sumario de centenares de tomos y miles de folios con descalificaciones personales y profesionales hacia el juez instructor y los fiscales que se ocuparon del caso. Todo ello, claro está, salpimentado con las mismas especias que los malos introducen en su estrategia de defensa cuando de una investigación por corrupción se trata: detrás de todo está el Partido Socialista y sus causas generales contra los empresarios –pobrecitos- que generan riqueza para Lanzarote. Esta semana hemos conocido dos noticias que corroboran no solo que el núcleo central de la investigación es impecable y contundente, sino también que el emisario enviado por Luis Lleó a sobornar al consejero del Cabildo Carlos Espino no se ha movido ni un solo milímetro de su declaración inicial. La Voz de Lanzarote ha publicado este jueves la declaración de Becerra, y con ella, y sin necesidad de demasiadas pruebas más, queda confirmado el móvil, la cuantía y el modo en el que se desarrolló aquel intento de cohecho que sentará en el banquillo a uno de los empresarios más poderosos de la isla de Lanzarote.
Confesión, seguimiento y fotografías
Dice Becerra que la idea de sobornar a Carlos Espino solamente partió de Lleó y que él solamente se prestó a ejercer de intermediario. “Luis Lleó estaría mintiendo si negara que se iba a pagar dinero de comisión”, dijo Fernando Becerra en su declaración ante el juez Pamparacuatro el 27 de marzo de 2012, cuando ya se conocían todas las pruebas que había acumulado tanto el magistrado como los agentes de la Guardia Civil que llevaron la investigación. “Luis me dijo claramente que había un ofrecimiento de dinero, que una parte era para Carlos Espino y otra para mí”, por “hacer de mediador”. Ese dinero era o un 5% del negocio que se generara si se legalizaba la urbanización Costa Roja o, en su defecto 400.000 euros de un solo pago que, ante la tardanza del consejero del Cabildo en contestar, se elevó a 600.000. Y el modo de soltárselo también ha sido reconocido por el emisario: “Mira Carlos, tengo un amigo, Luis, que tiene una parcela en Playa Blanca, y si se la desbloqueas hay una cantidad de dinero para ti y para mí. Luis paga si le puedes sacar para adelante este proyecto”. Espino no decía “ni que sí ni que no”. Tras el primer encuentro con Becerra, Espino había acudido a la Guardia Civil a denunciar los hechos, lo que derivó en un despliegue de escuchas y seguimiento que reforzó el relato del consejero socialista. Por eso, cuando Lleó entregó a Becerra en la cafetería La Unión la hoja de ruta que debía seguir el político que pretendía sobornar, la Unidad Central Operativa (UCO) de la Guardia Civil le fotografiaba y captaba con equipos de grabación la conversación que allí se celebraba.
Ratificada la autenticidad de las grabaciones
Tampoco le ha ido nada bien a los conspiranoicos que llevan la cestita de la merienda a Luis Lleó su cruzada contra las grabaciones efectuadas por la Guardia Civil dentro del despacho de Carlos Espino, tras la denuncia de éste. La desaparición de imágenes y hasta de la cámara que las captó fue utilizada tanto en los juzgados como en los medios afines a la cruzada para tratar de darlas por manipuladas, y por lo tanto, por inválidas. Para salir de dudas, la juez que ahora instruye la causa, segunda sustituta de Pamparacuatro, mandó las cintas a la Comisaría Central de Canillas, Madrid, donde se encuentran los más agentes más duchos y especializados en cada materia de Policía Científica. Y el resultado, también conocido esta semana, no puede ser más contundente: las grabaciones se corresponden fielmente con lo que se dijo y con lo que sucedió. Es decir, son pruebas absolutamente válidas y auténticas, y si en algún momento aparecen cortes en el vídeo por motivos técnicos o errores humanos, el cotejo que se ha hecho con el audio del mismo DVD y con los CD que también grababan, demuestra que no ha habido manipulación alguna. Porque de haberla habido en detrimento del principal encartado, Luis Lleó, las grabaciones contradecirían lo que ha dicho el principal testigo de cargo, Fernando Becerra, que las dio por buenas desde el principio. Y a nadie se le puede ocurrir que la Guardia Civil, con todo a su favor, manipule un material probatorio de ese calibre para dar una escapatoria al reo. Con pruebas tan contundentes como las conocidas esta semana todavía parece más chabacano el intento del empresario y de sus terminales mediáticas de desacreditar la investigación. Pero seguro que lo seguirán intentando.
Y de remate, el alcalde de Yaiza
Gracias a la confesión de Fernando Becerra, reproducida este jueves por La Voz de Lanzarote, nos hemos enterado de que el empresario Luis Lleó es un culo inquieto en lo que a manipulación de las autoridades públicas se refiere. Porque, siempre según la versión de Becerra, ya había sido convenientemente aleccionado para la causa de Costa Roja el por entonces alcalde de Yaiza, José Francisco Reyes. ¿Y cómo se aleccionaba en aquellos días de vino y rosas (con perdón) al alcalde de Yaiza? Reyes está imputado en el caso Unión y en la concesión de licencias ilegales en Playa Blanca, y en ambos asuntos por su excesiva cercanía al calor del dinero de los empresarios promotores. En la confesión de Becerra aparece como autoridad ya ganada para la causa, con la concesión de licencias para Costa Roja antes incluso de que por parte del Cabildo se emitieran los informes por los que Lleó presuntamente trataba de sobornar a Espino. Lo que nos llena de duda y de zozobra es saber si los dineros previamente desembolsados con tan menesterosos fines han sido o no devueltos a su emisor. Nos acabaremos enterando porque aquí, quien más y quien menos, termina echando la lengua a paseo cuando menos se le espera.
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