Este viernes fue un gran día para acordarse de las últimas ocurrencias del presidente de la patronal tinerfeña, CEOE, José Carlos Francisco, aquellas en las que se declaró ferviente partidario de convertir Canarias en un gran putiferio del Atlántico medio al modo de Macao (China) o Las Vegas (EEUU). Porque este viernes conocimos la gran segunda frustración, tras el relaxing cafenileche de Ana Botella, que sufre la comunidad de Madrid al conocerse que EuroVegas abandona Alcorcón y sus terremotos para fijar sus ojos en Asia, particularmente en Japón. Madrid, y por extensión España, no reúnen las condiciones exigibles para un montaje de este tipo, ni por fiscalidad ni por exigencias impropias de una democracia occidental consolidada modelo europeo. Y no lo es que lo diga Las Vegas Sands y su excéntrico presidente, sino las agencias de calificación y la banca internacional llamada a financiar al preboste norteamericano Sheldon Adelson, que sostienen que España no está en condiciones de hacer rentable una inversión así ante la tremenda debilidad económica del continente. Es fácil imaginarse, por muy ombligos del mundo que nos creamos, que si la capital del país no está capacitada para un complejo así, menos lo estarán estas entrañables cagaditas de mosca plantadas aquí al libre albedrío del sumo creador. Alguna vez los tiburones financieros y los tenedores máximos de la codicia han hecho un inmenso favor a España, han ridiculizado las ensoñaciones del presidente de la patronal tinerfeña y nos han dado a los canarios una nueva oportunidad para esquivar otra tontería.