Lorenzo Olarte es un vicioso de la política, eso ni siquiera lo niega el propio interesado. Le gusta estar en la brecha, acudir a todas las tertulias radiofónicas a la que lo invitan, escribir artículos de opinión sobre lo más divino o lo más humano de cada momento, relacionarse con los que corten el bacalao. Detesta que lo olviden, que no desprecien como lo despreció un antiguo directivo bancario que en una de esas recaídas económicas del ex presidente, ordenó hasta que le devolvieran un talón de 12.000 pesetas. Pero lo que peor lleva Lorenzo Olarte es precisamente tener que sobrevivir como un mileurista cualquiera. Por eso personas como Román Rodríguez y unos pocos empresarios anónimos se han empeñado siempre en buscar alguna salida digna a quien ha sido máxima autoridad de la Comunidad Autónoma. Fracasados intentos como el de convertirlo en presidente del Consejo Social de la Universidad de LPGC por la oposición frontal de Paulino Rivero, descartada la posibilidad de que Olarte pueda sobrevivir con una fundación como la que ha montado para ir a China, se presenta ahora la oportunidad de estar en primera línea electoral para justificar algún cargo público posterior. Y hasta ahora el único político con disposición ejecutiva que lo ha apoyado ha sido Soria, de ahí que haya puesto todos los huevos en esa cesta, rajando a los socialistas y a los nacionalista de arriba a abajo. Aún a sabiendas de que pudiera darse un gobierno del PSOE con CC que volvería a apartarlo para los restos.