Soria decía en su blog que, con la prima de riesgo, estabilizada aquel día en 386 puntos básicos, estábamos en una posición de rescate por parte de las autoridades monetarias europeas y que había que cambiar el Gobierno para que regresara la confianza. El 10 de septiembre, apenas un mes después, el hoy ministro de Industria ya produjo un nuevo apretón a la tuerca electoralista y situó a España en situación de rescate por parte del Banco Central Europeo. “Estamos intervenidos por el BCE”, clamó ante un enfervorecido auditorio ante el Foro Nacional de Empleo del PP. Siete meses después, exactamente siete meses después, es el Gobierno del PP el que él solito se está enredando en si estamos o no estamos en situación de rescate. Y no es la oposición socialista la que se lo está preguntando, son los empresarios, son los periodistas, son los expertos en análisis económico los que azuzan a Mariano Rajoy para que deje de tomar decisiones calamitosas que sólo conducen a España a hundirse más en el agujero del marasmo económico. Cuando preguntaron ayer por el presunto rescate a un socialista de referencia, Felipe González, la respuesta no pudo ser más decepcionante para los que buscaban carnaza: “No hay rescate, porque si lo hubiera se acabaría el euro, habría que rescatar a Europa”. Una lección de seriedad, y si quieren hasta de patriotismo, de la que podrían aprender, por orden de precedencia, José María Aznar, María Dolores de Cospedal, Esperanza Aguirre, Esteban González Pons ? y por supuesto, nuestro agitador autóctono, José Manuel Soria, que quiso ver a su país en situación de rescate, en la humillación griega y portuguesa porque le convenía a sus intereses personales y electorales.