Unanimidad en la prensa tinerfeña a la hora de realzar en sus portadas de este martes la visita del ministro de Industria, Energía y Turismo a la refinería de Cepsa en Santa Cruz de Tenerife. Unanimidad de la buena en la línea del espaldarazo político que supone una visita así para esa compañía, siempre en entredicho por lo que de sucio aporta al aire que respiran los ciudadanos y a lo anacrónico que supone que una industria así se levante en medio de una ciudad incapaz de encontrarle una salida limpia y segura. Cepsa necesitaba esa visita, y Soria ha estado encantado de atender una invitación así porque va en la línea de su decidida apuesta por las energías fósiles y por la extracción de petróleo en las aguas cercanas a Canarias, muy españolas, sí, señor ministro, pero igualmente cercanas a Canarias. Y perdón por la insistencia. El caso es que el presidente del PP se constituyó en la refinería de Santa Cruz de Tenerife en compañía, entre otras personas, del subdelegado del Gobierno en la provincia, Guillermo Díaz Guerra, que parecía tan encantado como el señor ministro de estar allí.