No hay duda de que la sensibilidad está a flor de piel en lo que a la aviación comercial se refiere. Cuando se acerca el primer aniversario del accidente de Spanair en Barajas, que costó la vida a un buen número de canarios, se suceden incidentes aéreos por fallos técnicos tras los cuales suele haber un fallo humano, al menos por falta de atención. Un pasajero de un vuelo de Iberia Gran Canaria-Madrid advirtió este martes a un miembro de la tripulación de la existencia de una chapa deteriorada en el plano izquierdo del aparato, el imponente Airbus 340-400. El comandante ordenó que se supervisara la anomalía, precisamente situada en los flaps, lo que llevó su tiempo a los técnicos de mantenimiento. Con el pasaje a bordo y los naturales nervios, empezaron a dispararse todo tipo de comentarios y conjeturas, acrecentados por una inapropiada orden de la sobrecargo, que por megafonía y en un tono cercano al pánico, instó a los pasajeros a abandonar el aparato de inmediato.