Es una de las plazas clave de la ATI profunda que todavía maneja parte de CC de Tenerife y fue muy llamativo el arranque de ira de los nacionalistas cuando los socialistas de Tacoronte, un municipio de apenas 23.000 habitantes justo al ladito de El Sauzal de Paulino Rivero, se echaran al monte para pactar con el PP una moción de censura contra Álvaro Dávila. Son las cosas de la política de pueblo enfrentada a los grandes pactos regionales, que no conejan ni a la de tres -La Palma y El Hierro son los otros dos grandes ejemplos de que CC y PSOE son como el agua y el aceite en la provincia occidental-, pero la Justicia les acaba de poner freno, con un auto de medidas cautelares de un juzgado chicharrero que repone en su puesto al alcalde de CC por la simple razón de que los socialistas habían sido expulsados de su partido, de la lista por la que se presentaron, antes del pleno de la moción de censura. Y como dice la Ley, para evitar esas deformaciones congénitas de la democracia representativa, se necesita ganar una moción de censura con una mayoría reforzada, en este caso, dos veces el voto de un tránsfuga para sacar adelante el cambio de alcalde. Fueron cinco los socialistas expulsados y debían ser, por tanto, 16 los votos y no 11 los que dieran la alcaldía al socialista expulsado Rodolfo León. Por la buena salud de la “gobernanza” de la que hablaba este lunes también Bravo de Laguna y sin que lamentablemente se pueda aplicar esa medida a su gobierno sustentado por dos tránsfugas de la lista electoral de Coalición Canaria, el tal John Sundays, también expulsado del socio de la lista, CCN, y el teldense ya ex de CC Hernández Lobo, hay que congratularse por la medida cautelar, y mirar para La Palma porque están los pactos PP-exPSOEs poniendo sus barbas a remojar.