Pero si don Pepito está metido en un buen lío por los papeles de México lindo, con los que estuvo amenazando diez días mediante la excusa de que estaba buscando una comprobación muy profesional, el escándalo va a salpicar de manera muy importante a la web Kanarileaks.org, nacida con el muy loable objetivo de ser la versión canaria de Wikileaks. Sólo que a diferencia de la web de Julian Assange, la versión canaria de esta modalidad de investigación popular publicó un documento muy comprometedor sin contrastar su autenticidad. Ese poder notarial mexicano lo conocíamos todos los periodistas de Canarias desde que se publicó en Kanarileaks, pero ningún medio hasta ahora se había atrevido a publicarlo porque nos había sido absolutamente imposible corroborar su existencia. Pero no se sorprendan si El Día, en una de sus imposibles tácticas escapistas, trata de despejar balones a córner responsabilizando de su negligencia a aquella web de anónima titularidad, lo que nos dejaría a todos con las ganas de saber qué datos fueron los que el periódico de don Pepito estuvo comprobando para, al final, publicar exactamente lo mismo que todos los demás medios teníamos en nuestro poder. Nos inclinamos a pensar, con nuestra proverbial mala uva, que se trataba de dar un tiempo de reflexión a Paulino Rivero para que telefoneara a don Pepito y le pidiera perdón por lo de las radios, renovando inclinado ante él su juramento de respeto y lealtad y prometiéndole compensarle con creces con otras joyas de la corona. Como tal llamada no se produjo, el insigne editorialista equilibrista lanzó toda su artillería pesada este domingo, día de máxima venta del periódico y el elegido para las tradicionales pastorales del irrepetible comunicólogo.