El Gobierno de Canarias se supera por momentos en su actuación ante el accidente de Barajas. Este martes, como todo el mundo sabe, decidió nombrar a Fernando Ríos, secretario general de Presidencia, representante ante la oficina de las víctimas, que funciona desde el día 21 en la Delegación del Gobierno. Va rápida la cosa, sí señor. Pero este miércoles nos enteramos todos de que el martes, seis días después de la tragedia, aterrizó en Madrid el primer técnico representante del Gobierno para atender a los familiares de las víctimas, que ya están casi todas de regreso. Las declaraciones de Jorge Laud, director de Salud Pública de Gran Canaria, son una muestra de la agilidad que tiene este Gobierno para atender a su gente. Hay que ver qué contraste con aquel vicepresidente, con aquella consejera de Sanidad y con aquel jefe de prensa corriendo para colarse en el avión de los afectados. Y luego una semana para mover la verdadera ayuda. Menos mal que Laud, nada más llegar, “sin desembalar las maletas”, bajó a encontrarse con los familiares a ver qué necesitaban. Y los encontró “agotados”. Y con barba de seis días, añadiríamos nosotros, de esperar por su Gobierno.