El Gobierno de Canarias, y en concreto su presidente, su viceconsejero de Comunicación y el presidente de la Mesa de Contratación, Paulino Rivero, Martín Marrero y Fernando Ríos, respectivamente, siguen mientras tanto siendo objeto de los más crueles ataques por parte del editorialista más dicharachero de Barrio Sésamo, don Pepito. El hombre no cede un milímetro en su particular conquista de las frecuencias de radio que considera que le pertenecen, no sabemos si por designio divino o porque él y sólo él es el único decente en esta tierra, como muy humildemente proclamó a los cuatro vientos en su editorial de este jueves. No se ha parado ni un sólo minuto a pensar en la remota posibilidad de que las ofertas que presentara a las distintas comarcas a las que concursó fueran peores que aquellas que le ganaron; ni por supuesto ha pedido a los suyos que le enseñen qué propuesta fue la que le llevó a ser derrotado, y en algunos casos por inclemente paliza (ver Santa Cruz de Tenerife, La Laguna, Los Realejos o Adeje), en aquellas comarcas a las que se presentó y en las que no alcanzaría la frecuencia ni renunciando los ganadores dos veces seguidas. El Gobierno amenaza con pedir a los concursantes cabreados la misma transparencia que a él se le reclama, y dado que no puede publicar las ofertas de esos licitadores, que sean éstos los que las hagan públicas para que el común pueda hacerse una idea cabal de los motivos de las puntuaciones producidas.