Lo que podía convertirse en un acontecimiento global de muy variadas ventajas para El Hierro y para Canarias ha atravesado esta última semana momentos verdaderamente lamentables. Y amenaza con empeorar. La erupción de un volcán sumergido en las proximidades de la isla y la inminente aparición de un volcán en su superficie son hechos tan extraordinarios que debieron haberse gestionado de mejor manera que lo visto estos últimos siete días. Si los inicios fueron algo penosos con los enfrentamientos entre geólogos, vulcanólogos y echadores de cartas, el lastimoso papel desempeñado por algunas instituciones terminaron por empañarlo todo. Ante imprevisibles consecuencias de seguridad, ni un presidente de un Cabildo ni dos alcaldes pueden subirse al cómodo carro del reproche fácil ni arrojarse a la exigencia de apertura de un túnel o la proclamación urbi et orbi de zona catastrófica. Los que sospechaban que Alpidio Armas es un temperamental que debe encauzar sus prontos vieron confirmados sus presagios, y los que insinuaron que en Hawaii se reirían de nosotros si vieran el numerito, también. Para colmo, el Gobierno anunció este domingo por la noche que la Guanchancha se va a incorporar al dispositivo. O sea, lo que le faltaba al circo.