No sólo de reclamar a Madrid va a vivir esta angustiada nacionalidad canaria. También existe el Gobierno regional, miren por dónde, con un vicepresidente que, además de llevar las cosas presupuestarias, ha sido casi de todo en Gran Canaria. Para él y para el presidente Paulino mira ahora el Ayuntamiento de Las Palmas de Gran Canaria con el fin de que les arreglen el desaguisado presupuestario del proyecto de la desembocadura del barranco Guiniguada. Ya de entrada puede resultar preocupante que una ciudad capitalina deba plantarse ante un Gobierno para tratar de sacar adelante un proyecto que, de momento, no concita el máximo consenso institucional porque Carreteras, por ejemplo, que depende de la Autonomía, no ve claro eso de deprimir la Avenida Marítima por debajo del barranco. Ya se habla de más de 100 millones de euros, lo que supera en mucho aquella maqueta de Pepa Luzardo, a partir de un proyecto que no contemplaba ni las mareas del Pino.