El blog de Carlos Sosa, director de Canarias Ahora
Sin hacer los deberes
José Miguel Bravo de Laguna se presentará este viernes ante sus acólitos y ante los que se han creído su mensaje en favor de un grupo de empresarios y contra Tenerife, sin haber hecho sus deberes en materia turística. Ya se instaló por su cuenta nada más llegar con pabellón propio en las ferias turísticas sin dejar de exigir, eso sí, exquisito equilibrio promocional al Gobierno de Canarias, que años atrás había conseguido que Tenerife dejara de ir por libre. Es el mismo presidente de Cabildo que lidera, junto al Ayuntamiento de San Bartolomé de Tirajana y el Ministerio de Turismo, todos en manos del PP, el fallido Consorcio para la Rehabilitación Turística del Sur de la isla, que tiene entre manos diez proyectos, de los que solo tres ?todos ellos de perfil bajo- están en ejecución y porque se programaron en el mandato anterior. Ni una acción de relevancia encaminada a recuperar de forma seria la ciudad turística, sumida en un deterioro que desde luego no anima a nadie a invertir, con ley de modernización o sin ella, en regenerar la planta alojativa. Los expertos lo resaltan: de nada vale mejorar un hotel si a su alrededor todo es basura y pésimo urbanismo. Como es el caso. Es el mismo presidente de Cabildo que clamó contra la burocracia y a la maraña legal y administrativa por las dificultades que Loro Parque encontraba para instalar un fabuloso parque temático en las inmediaciones de Playa del Inglés. Enseguida afloró el espantajo insularista: esto en Tenerife no pasa, berreaba con los mismos coros haciendo las palmas. Ahora sabemos que la causa del retraso no es la burocracia, sino diferencias de criterios económicos con los propietarios de los terrenos (la familia Condal, espléndidamente representada en el Círculo de Empresarios) y, ya superadas aquellas, la legalidad vigente, que impide a un particular instalarse en cualquier parte, verbigracia el dominio público del tipo cauce de un barranco. Del victimismo barato, a la cruda realidad. Claro que las leyes se pueden cambiar al gusto del inversor, como ha hecho la Comunidad de Madrid para atraer el dinerito de Eurovegas. Y en ésas andan enfrascados en el Cabildo y en su Consejo Insular de Aguas.
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