Menos mal que no fuimos al viaje al Sáhara, también conocido como Sur de Marruecos, gentilmente pagado por la Cámara de Comercio de Las Palmas. Porque si sin ir tenemos tantas cosas que contarles, ya se imaginarán lo que hubiera pasado si llegamos a ser testigos. Por ejemplo, nos hubiera encantado estar presentes en ese sublime momento en que el presidente de la Cámara, José Miguel Suárez Gil, se enfundó una chilaba mora con el gracejo que le caracteriza, aun cuando en las recomendaciones a los invitados se pedía “vestimenta informal” para esa cena, celebrada en medio del desierto. Comprendemos ahora por qué no acudió al boncho el presidente de la Cámara tinerfeña, Ignacio González padre, al que se le hubiera complicado cantidad la hernia que padece al contemplar la escena. Lo que no entendemos muy bien -la verdad- es que una hernia sea capaz de desmovilizar de la manera que lo hizo a todos los empresarios de Tenerife, que de repente se dieron de baja. Pero como las paredes de la Cámara son de cristal -como dijo Suárez Gil al llegar- nos terminaremos enterando de la verdad.