“¿Dónde están nuestros hijos? Canarias no olvida”. Esa leyenda puede aún leerse en miles de carteles distribuidos por toda la geografía isleña con las fotografías de los menores desaparecidos en Gran Canaria en los últimos tres años, Sara Morales y Yeremi Vargas. Una tragedia sin resolver que ha alimentado todo tipo de conjeturas, de especulaciones y de frustraciones policiales y judiciales. Pero también un caldo de cultivo ideal para los que aman el alarmismo, la búsqueda de justificaciones (siempre la policía autonómica sobrevolando una inexistente falta de seguridad) y el amarillismo periodístico. En esa explosiva mezcla de sensacionalismo y alarmismo se pueden inscribir los sucesos ocurridos el domingo en la playa de Las Alcaravaneras, donde dos jóvenes marroquíes fueron detenidos acusados de exhibicionismo después de que un periódico local, Canarias7, les colgara también el delito de intento de secuestro de una menor. Tras pasar dos días detenidos, los acusados se conformaron con una pena de cuatro meses de prisión por el primero de esos delitos sin que existiera rastro alguno del segundo y sin que afloraran otros incidentes relatados en las reseñas periodísticas.