No podría entenderse la trayectoria reciente de Ricardo Cabrera en los gobiernos del PP sin la figura de Antonio Naranjo, uno de los concejales más sigilosos pero decisivos en la etapa municipal de los populares. A Antonio Naranjo se le ha considerado siempre un hombre especialmente habilidoso para conseguir financiación para su partido, y muchos atribuyen a esa cualidad que repitiera en las candidaturas pese a su nada acreditada experiencia política y su escaso nivel cultural. Pero Naranjo gozaba de mucha confianza dentro del PP, hasta el punto de que era a él al que tenían que visitar los empresarios interesados en establecer casinos en la provincia de Las Palmas a raíz de aquel penoso decreto que publicó Australia Navarro cuando fue consejera de Presidencia en el Gobierno de Adán Martín. Merced a aquel decreto se creaban cinco licencias de casinos, con lo que ya se podrán imaginar cuántas personas fueron recibidas por Antonio Naranjo para hablar de fútbol.