Es evidente que Luis Lleó sabía a quién tenía que dirigirse para que sus ruegos llegaran a José Manuel Soria y le compraran ese non nato edificio de usos múltiples. Carlos Sánchez es un hombre del núcleo duro del presidente del PP desde que hiciera el trabajo sucio en el último congreso insular del partido, cuando Paulino Montesdeoca se atrevió a insinuar que quería presentar una candidatura alternativa a la oficial. Sánchez lo animó, y hasta parecía que formaba parte de ese nuevo impulso de jóvenes hartos de los modales de Soria. Pero, en realidad, Sánchez se estaba dedicando a informar al jefe y de reventar por dentro aquel inútil intento. Fue el primero en recolocarse para luego convertirse en el ingeniero de sonido del presidente del PP en aquel fantasmagórico encuentro con Francisco Benítez Cambreleng, que precisamente acusa a Carlos Sánchez de haberle ofrecido 600.000 euros y un dorado retiro en la Administración si cambiaba su testimonio en el caso del Grupo Europa, otra de las cochinadas del PP canario. El premio: viceportavoz del PP en el Cabildo de Gran Canaria, tras la insuperable Carmen Guerra.