La táctica seguida por Soria desde hace cinco años es muy sencilla, a la par que perversa. Sabe que este periódico y su emisora de radio son medios de comunicación críticos y difícilmente comprables a tiempo parcial. Así que jamás intentó producir un acercamiento a nosotros, ni aceptarnos como un medio de comunicación libre dispuesto a la crítica y la libertad. Sencillamente trató de destruirnos, y en ese empeño nunca ha tenido el más mínimo recato, desde ordenar presiones a anunciantes para obligarles a retirar su publicidad de nuestros medios, a solicitar el despido de familiares de nuestros directivos contratados por la Administración, pasando por la prohibición de acceso a nuestro diario en algunas instituciones, la orden de no contratar estudios a profesionales vinculados a nuestro accionariado, o la creación de un panfleto sensacionalista patrocinado desde el Cabildo desde el que insultarnos y hacer campañas de coacción hacia nuestros anunciantes. Ese es el coste de informar sobre las trapisondas de Soria.