No tenemos nada que objetar a que cualquier murga fusile la canción que le venga en gana para incorporarla a su repertorio tras la correspondiente adaptación y las dosis de humor y mala uva propias del Carnaval. Lo que llevamos varios días criticando aquí es la payasada de Angelito Llanos y de su compañera Maribel Oñate de dedicarse a comprar derechos de la canción de marras sin garantizarse unos mínimos de legalidad y de sentido común. Es tal el patinazo que, pese a las excusas, las versiones house y la espantada del primer teniente de alcalde, es ahora cuando la concejal dice que va a encargar un informe a los servicios jurídicos. Suponemos que será para medir el tamaño del patinazo o, como ya nos tienen acostumbrados algunos sesudos dictámenes de encargo, tapar las vergüenzas del político con alguna artimaña legal que se pueda blandir en una apoteósica rueda de prensa que de por zanjado el asunto.