Decíamos que esta polémica había logrado poner de acuerdo a enemigos irreconciliables. Pues sí, aunque les parezca increíble, don Pepito Rodríguez, dueño de la desaparecida Radio El Día, emisora que se apresuró a cerrar evidenciando lo que le importaba al dueño mantener vivas las emisiones, la pluralidad informativa y los puestos de trabajo (20), ha concitado el entusiasta y unánime aplauso de las empresas perjudicadas por el concurso de radio, incluso el aplauso de emisoras tradicionalmente insultadas en lo empresarial y en lo personal por el editor independentista con calificativos que nos negamos a reproducir. Algunos se alegran de que Rodríguez les esté haciendo el trabajo sucio ante el terror que les produce arremeter contra el presidente y contra algunos comunicadores que se toman muy mal la crítica. Por cierto, no estaría de más que los periodistas a los que don Pepito manda a hacer estos apaños hagan un mínimo de contraste, porque si se fían solo de lo que dice el equipo medico habitual, están apañados. Y los que reproducen las infamias pueden ser igual de infames.