La consigna en el PP tinerfeño es salvar al soldado Llanos, también conocido como Ángel Salvador Llanos, el pibe de Ofra, defenestrado por esa letra pequeña que tiene el pacto entre Soria y Paulino Rivero: no me toques Santa Cruz ni me pongas a este en cargos que tengan relevancia mediática, que luego me ensombrece a Zerolo y a los míos. Pero Soria se ha tropezado con las fuerzas tradicionales y tradicionalistas del PP tinerfeño, que sufren cada día lo que no sufre el presidente del PP, la afrenta de estar apoyando sin apenas contrapartidas a un alcalde asediado por la corrupción que, encima, les disputa parecido espacio electoral. Alfonso Soriano Benítez de Lugo se ha erigido en el principal bastión del que fuera primer teniente de alcalde del municipio y hasta se ha atrevido a desafiar la balasera con la que amenaza Manuel Fernández. Ni él ni los que nunca han tragado a Llanos quieren permitir su humillación pública y se han plantado en sus exigencias de reeditar el pacto con el pibe en alguno de los dos organismos autónomos, las dos concejalías y los dos distritos que han pedido a cambio.