La cosa ya venía pintando mal desde la moción de censura, y se empezó a poner un poco más seria a partir de determinadas decisiones del equipo de gobierno del PP y CC en la ciudad de Arucas. Su alcalde, el conservador Josemari Ponce, es un poco tosco en el gesto político, y ha demostrado ser capaz incluso de producir despidos masivos con tal de limpiar de un plumazo cualquier atisbo de filosocialismo a su alrededor. Su decisión de aplicar a rajatabla una resolución de la Junta Electoral referida al reparto de espacios en las farolas del municipio y la orden de retirada de los carteles de Nueva Canarias, no fue más que un aviso a navegantes de que venía mar arbolada en el tramo final de la campaña. Ponce y su enemigo íntimo Ángel Víctor Torres, del PSOE, se han intercambiado denuncias en la Junta Electoral, pero de buen rollito, ya saben.