Los expertos coinciden: el dichoso tren de alta velocidad, que tan contentos tiene a algunos va actuar solamente en un trayecto que, precisamente, es el que mejor cubierto está en estos momentos por la actual oferta de transportes, es decir, Las Palmas-Maspalomas. No va a beneficiar en absoluto al resto de los trayectos de la isla y, lo que es peor, no va a suponer la más mínima reducción en el número de usuarios del vehículo privado. Es decir, sólo conseguirá quitar clientes al transporte público. Para ese viaje, sinceramente, no necesitamos alforjas. Ahora pongámonos imaginativos, algo realmente complejo en el mundo político canario, que piensa en otras cosas. Por un momento supongamos que a los dirigentes públicos se les ocurre dirigirse a la Unión Europea y decirles que es estupendo que se acuerden de nosotros pero que lo mejor sería cambiar el destino de las perras y, en lugar de enterrarlas en un tren, mejor sería ponerlas en cualquier banco a plazo fijo, negociar un interés del 4% y prestar el servicio público de transporte en Gran Canaria de manera totalmente gratuita. No sólo en el trayecto Las Palmas ?Maspalomas, sino todos los trayectos interurbanos de la isla. Y darle un empujón al transporte urbano de la capital Los números salen, ya verán.