Cardona entró al despacho del juez Tomás Martín acompañado de dos abogados de los servicios jurídicos del Ayuntamiento y sosteniendo la sonrisa y la seguridad que ha tratado de transmitir desde que se supo que iba a ser imputado, sonrisa y seguridad que a lo largo de todo este tiempo atravesó algunas dudas razonables que le llevaron a intentar una pirueta legal para retrasar el proceso recurriendo ante el magistrado su propia citación como imputado. Una contradicción de libro, porque si lo que se desea es declarar para aclarar, recurrir para no ir o para ir más tarde no se compadece de ninguna manera. Cardona es licenciado en Derecho y alguna vez ha ejercido como abogado, por eso sabe que en una declaración judicial hay que ser preciso y meticuloso, y por distintos motivos ejercieron con la misma precisión y meticulosidad el juez y el fiscal que por espacio de nueve horas lo interrogaron cuidadosamente. Los que pudieron albergar la duda de que el magistrado tiraría de manual para cubrir el expediente y dar por zanjado el asunto sin mayores miramientos, se encontraron con media jornada laboral de preguntas que, acto seguido, fueron complementadas con 120 que formuló el fiscal de Medio Ambiente, Javier Ródenas, especialmente interesado en aclarar si el pelotazo del canódromo fue pelotazo casual o alguien puso en manos del empresario Eduardo Fernández, propietario de Inprocansa, los cinco ases de la baraja para que hiciera saltar la banca por importe de nueve millones de euros.