Se lamentaba el miércoles Arcadio Díaz Tejera por la ausencia de representantes del gobierno del PP en el último adiós a Andrés Alvarado Janina. Lamentable si se les hubiera echado de menos. Del resto no faltó nadie. Fue hora de recordar anécdotas y tiempos pasados. Rememoraba uno de sus amigos que cuando Janina irrumpió en la vida pública, lo hizo en el equipo de gobierno que presidía Juan Rodríguez Doreste. Aquel inolvidable alcalde tenía tres oposiciones. La de derechas, que encabezaban Luis Martell y Jaime Correa, era una leal oposicion, la oposicion de unos caballeros. La tercera pata opositora era Mauricio. Se pasó cuatro años intentando hacer trampas y al viejo alcalde no le coló ni una. Haciendo voz del Doctor Zivago, Janina era un hombre honrado y un alma de poeta. Mauricio era (es) tosca materia. Janina se fue y con él se ha ido el aliento de la utopía. Un hombre bueno para unos tiempos en que su voz era un grito a la luna. Al barrio de Tres Palmas no le va a ser difícil cambiar de nombre: podría llamarse el barrio de Janina.