Hubo elogios para todos, incluso para el alcalde Saavedra, que sin embargo no se libró de una situación digamos que embarazosa cuando a lo largo de la comida surgió la polémica por la llamada Ley de memoria histórica, cuya denominación real es Ley por la que se reconocen y amplían derechos y se establecen medidas en favor de quienes padecieron persecución o violencia durante la guerra civil y la dictadura. La ley había sido criticada de oídas por Saavedra, que la consideró inoportuna. Y decimos de oídas porque a preguntas de ZP quedó constancia que de las veinte personas presentes, sólo se habían leído el texto él y el presidente del Cabildo grancanario. Con mucho cariño y mucha pedagogía (se reconoció autor del preámbulo de la norma), Zapatero desgranó los pilares básicos de la ley de tal modo que ninguno de los socialistas presentes vuelva en su vida a hablar mal de la misma.