Tercera y aciaga jornada tras el final del secreto de la Operación Faycán. Todos los periódicos de Gran Canaria desgranan las venturas y desventuras de los concejales y cargos de confianza (¿confianza? ¿ése no era el lema de campaña?) del PP en torno de la más genunina y descarnada corrupción pueblerina en estado puro. La constatación de que por llevarse hasta se atrevieron con los dineros de los parados no ha hecho otra cosa que confirmar que, ya metidos en la mamandurria, hay algunos que pierden el norte por completo. Los datos son tan elocuentes que el PP canario, con su presidente al frente, ha optado por callar como una piedra. Lejos parecen haber quedado aquellas soflamas contra los policías mangoneados por el PSOE, contra los periodistas que recibían informaciones contaminadas, los fiscales y los jueces manipulados por el ex ministro de Justicia. No olviden que, por si fuera poco el descaro, Soria ordenó levantar la suspensión de militancia a todos los concejales detenidos de los que hoy conocemos todos los detalles de sus vergüenzas.